La fábrica de alpargatas de Regla

La alpargata es un calzado ligero realizado en cuerda y lona, que ya en el siglo XIII, usaban los soldados del rey de Aragón. Antiguamente las alpargatas de cordel trenzado eran de cáñamo o esparto, de donde viene su nombre valenciano y catalán de espardeñes. En España siguió su usó a lo largo de la edad media, sobre todo entre la población rural.

La alpargata es la pieza más antigua del calzado en España y Portugal y que ya la utilizaban los íberos en el siglo III A. C. Viriato, el líder lusitano de la resistencia contra Roma calzaba alpargatas porque daba movilidad al pie y no violentaba su anatomía. También se dice que las huestes del último rey godo, don Rodrigo, en su larga marcha desde el norte al sur para hacer frente a los musulmanes que realizaban incursiones en España, calzaban alpargatas.

Aunque pocos lo recuerden y hoy casi nadie lo crea, en Cuba llegaron a fabricarse alpargatas con igual calidad que las que se importaban de España. Fue en el ultramarino pueblo de Regla. Además de los negocios de abastecimiento local y empleos relacionados con el puerto de la bahía de La Habana, el municipio de Regla estaba sumamente industrializado a finales de la década de 1950.

El pueblo de Regla tenía grandes fábricas de tejidos, fábricas de zapatos ya establecidas en el mercado internacional, industrias de perfumes y varias de procesamiento de alimentos con distribución nacional…y también una fábrica de alpargatas, “La Cubana”, con capacidad para producir hasta 100,000 docenas de pares al año.

En el libro “Desapolillando archivos” el escritor costumbrista Guillermo Lagarde recogió una historia titulada “Regla tuvo su fábrica de alpargatas cubanas”.

La fábrica de alpargatas “La Cubana”, estaba situada en la calle Agramonte número 2, y producía además cordelería, guantes, zapatos de tenis y botones de concha de varios tipos. Su teléfono era XO-1310 y su dirección telegráfica y cablegráfica “alpargatas”.

La fábrica de alpargatas “La Cubana”, establecida en el año 1932, acreditó sólidamente sus productos en el mercado cubano, en el cual fueron objeto de una considerable demanda en razón a la calidad de la materia prima empleada en su confección.

Laboraban en ella más de 100 personas y sus talleres estaban equipados con los más modernos implementos y maquinarias.