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Breve historia del restaurant 1830

Ubicado justo en la desembocadura del río Almendares, se encuentra el “1830”, considerado uno de los restaurantes más elegantes y legendarios de La Habana, pero si algo hay realmente interesante es su historia, hoy te la contamos:
En el siglo XIX, en el lugar se localizaba un restaurante llamado Arana, famoso por su Arroz con Pollo a la Chorrera y el Bacalao a la Vizcaína.
Luego fue el Hotel La Mar, y su altar servía de término a las procesiones de la Virgen del Carmen que partían de la Iglesia del Carmelo.

A finales de los años 20, surge en el lugar una residencia llamada Villa Miramar, y luego en la década del 50 los propietarios del restaurante la Zaragozana, restauraron la edificación y fundaron el restaurante en 1830.

En sus exteriores tiene una Glorieta Árabe de estilo morisco, construida con materiales traídos desde España y una preciosa Isla Japonesa hecha de piedras y caracoles con glorietas, caminos intermedios y puentes.
Historia del Restaurant 1830.

El 1830, está ubicado donde se intercepta la popular Avenida Malecón y la calle 22 en el Vedado, allí encontrarás el “1830”, un famoso restaurante, considerado uno de los más elegantes y legendarios de La Habana.

El restaurant 1830, es realmente interesante, por su historia y las hermosas y atípicas áreas exteriores que lo componen. El primero: los bellos jardines de rosa japonesa que rodean la casa, cuya construcción con declive del cimiento permite que el agua del mar circule sin penetrar en el inmueble, incluso en la época invernal o en los ciclones.

Posee además la preciosa Isla Japonesa hecha de piedras y caracoles, principalmente el cobo que es común en los mares de Cuba; con glorietas, caminos intermedios y puentes. Esta bellísima obra es atribuida al ingeniero japonés Nasagade, amigo de uno de los dueños que tuvo el inmueble, Carlos Miguel de Céspedes, quien fuera ministro de Obras Públicas del gobierno de Gerardo Machado.

No menos atractiva es la conocida como Glorieta Árabe de estilo morisco, construida con azulejos de la cartuja en Sevilla y decorada con mármoles finos y arabescos caprichosos cuyos materiales fueron íntegramente traídos desde España, al igual que los trabajadores que la realizaron. En una reseña histórica del 1830 se afirma que fue diseñada por el arquitecto César E. Guerra Massager.

El lugar también contaba en sus inicios con un varadero de yates para la familia y los invitados. Su arquitectura es de estilo ecléctico. Se trata de una casa de dos pisos con vitrales, rejas, balcones torneados de maderas preciosas que parecen neoclásicos. La decoración interior se compone de grandes lámparas de bronce y cristal que cuelgan; rejas interiores bellamente trabajadas, profusión de apliques, figuras de porcelana, espejos, todo en perfecta armonía de estilos.

Cuenta con una terraza cerrada por ventanales de cristal y situada hacia el litoral a cuya derecha estaba antes la biblioteca, que hoy es ocupada por el bar. Posee varios salones el Rojo, Violeta, Oro y Tropical y los dedicados a almuerzos y cenas, denominados. Verde, Azul e Imperial.

Fue primeramente el restaurante Arana, famoso por su especialidad Arroz con Pollo a la Chorrera (en honor al antiguo Fuerte de la Chorrera) y el Bacalao a la Vizcaína. Luego, fue hotel La Mar; después Villa Miramar, primero arrendada y luego adquirida por la familia Currais en la década del 50, la cual restauró la edificación y la convirtió en una sucursal del Famoso restaurante la Zaragozana, fundado en 1830 y por eso se utiliza esta fecha como nombre de este conocido establecimiento.

La Zaragozana es el restaurante más antiguo de La Habana pues fue fundado en fecha tan temprana como 1830. En sus primeros años se le conoció como la Fonda de la Muralla, pues se encontraba a escasos metros de la Puerta de Monserrate. Su dirección actual es calle Monserrate 352, entre Obispo y Obrapía, justo al lado de otro restaurante histórico, El Floridita.

En 1930, un siglo después de su fundación, el negocio fue adquirido por el zaragozano José Currais quien le dio su nombre actual y lo especializó en comida española con un variado menú de carnes y mariscos. Tanta fue su fama que se convirtió en uno de los sitios de visita obligada de cuanta personalidad famosa visitaba La Habana. Por sus mesas y barra pasaron desde el escritor Ernest Hemingway hasta el boxeador Rocky Marciano.

Tan bien les fue el negocio a sus dueños que en 1958 adquirieron el palacete que fuera vivienda de Carlos Miguel de Céspedes a la desembocadura del río Almendares e inauguraron otro restaurante al que nombraron 1830 en honor del año de fundación de la Fonda de la Muralla.