[et_pb_section admin_label=”Section” fullwidth=”off” specialty=”off”][et_pb_row admin_label=”Row”][et_pb_column type=”1_3″][et_pb_image admin_label=”RAM\u00d3N VELOZ” src=”https:\/\/memoriadelahabana.com\/wp-content\/uploads\/2016\/12\/memoria-de-la-habana-los-m\u00fasicos-de-cuba-kabiosiles-006.png” alt=”RAM\u00d3N VELOZ” title_text=”KABIOSILE ” show_in_lightbox=”on” url_new_window=”off” use_overlay=”off” animation=”left” sticky=”off” align=”left” force_fullwidth=”off” always_center_on_mobile=”on” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid”] [\/et_pb_image][\/et_pb_column][et_pb_column type=”2_3″][et_pb_text admin_label=”Text” background_layout=”light” text_orientation=”justified” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid” text_font_size=”18″]<\/p>\n
Era la due\u00f1a de la pasi\u00f3n y el esc\u00e1ndalo. \u00bfNo era dolor, no era la soledad del cielo contra sus ojos asustados? Era el fuego, el choque de una ola contra la piedra h\u00fameda. Era arrecife, era la roca que se hunde. Era la rabia disfrazada de inconveniente y zalamer\u00eda. Enga\u00f1aba. Fing\u00eda. Se hac\u00eda tormenta porque se asfixiaba, y en la oscura vena de su nombre hizo viajar hasta nosotros su inconformidad acusadora.<\/span><\/p>\n Hay seres as\u00ed. Hay criaturas que no saben expresar el miedo atroz y la desesperanza de otra manera que haciendo caer el cielo, y con \u00e9l, los lentos \u00e1ngeles indiferentes.<\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][et_pb_row admin_label=”Row”][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_text admin_label=”Text” background_layout=”light” text_orientation=”right” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid” text_font_size=”18″]<\/p>\n Benditos quienes la vieron salir de la selva, espumeante, escandalosa como una loba que tiene hambre de amor, en aquellas noches de descender los pelda\u00f1os del club La Red, en 19 y L, bajo los \u00e1lamos de El Vedado. Esos no olvidar\u00e1n lo que es estremecerse.<\/span><\/p>\n Pens\u00f3, aterrorizada, que el diablo hab\u00eda tomado su cuerpo por asalto. Por eso rug\u00eda. La muchacha que naci\u00f3 el 23 de diciembre de 1939 en el humilde barrio de San Pedrito, en Santiago de Cuba; que se hizo maestra, y escapada de toda vida serena lleg\u00f3 a la deslumbrante ciudad de La Habana, para luego fugarse tambi\u00e9n, estaba huyendo de nadie. Escapaba del susto y del amor, hu\u00eda de su nombre como una gacela en el incendio. Hu\u00eda del demonio que cre\u00eda aposentado en su cuerpo, manej\u00e1ndole sus razones. Se llamaba Guadalupe Victoria Yoli Raymond, buscando otras m\u00e1scaras para escapar tambi\u00e9n del fervor que provocaba.<\/span><\/p>\n Hay personas en el mundo que confunden su demasiado amor con las cosas del susto. Por eso fue La Lupe, y La Lupe se convirti\u00f3 en la Yiyiyi, en una prestidigitaci\u00f3n del alma que ella segu\u00eda creyendo feroz.<\/span><\/p>\n Se golpeaba la cabeza contra las paredes, lanzaba sus zapatos, pegaba, mord\u00eda el aire. Estaba llam\u00e1ndonos. El mundo la emboscaba asfixi\u00e1ndola. Cercada por esos fuegos de azufre grab\u00f3 en 1960 \u201cCon el diablo en el cuerpo\u201d, donde grit\u00f3 su \u201cFiebre\u201d como una carta de anuncio y maldici\u00f3n.<\/span><\/p>\n Luego, en Nueva York, despu\u00e9s de haber dejado aquel recuerdo suyo en la ciudad ajena de La Habana, como se abandona un vestido en una estaci\u00f3n de trenes, cant\u00f3 en \u201cLa Barraca\u201d, un sitio donde otras almas en pena ocultaban sus delirios. \u00a0Mongo Santamar\u00eda le orden\u00f3 un poco los caminos para que su pasi\u00f3n recomenzara, m\u00e1s lenta, m\u00e1s solemne, m\u00e1s ella misma sin el temor del diablo que ya no estaba en su coraz\u00f3n. Pero no fue del todo posible.<\/span><\/p>\n El coraz\u00f3n de Guadalupe Victoria Yoli Raymond comenz\u00f3 entonces a estar habitado por La Lupe, por ella misma, y nunca fue mejor el canto y la burla, la sensualidad y el desbordamiento. Llevaba en s\u00ed el fuego y la impudicia, su alma no reconoc\u00eda las fronteras.<\/span><\/p>\n Se escap\u00f3 de nosotros, o la ignoramos dej\u00e1ndola escapar, y nos llamaba desde las calles siempre enigm\u00e1ticas de Nueva York, porque los cubanos est\u00e1bamos confundidos con una guerra que nunca existi\u00f3. La cre\u00edmos parte de esa guerra, y ahora nos pesa ese olor absurdo de p\u00f3lvora que no ten\u00eda nada que ver con su canto perdido.<\/span><\/p>\n Cuando la traicionaron sus orishas, y crey\u00f3 encontrar la paz y la sangre calmada, ya estaba cerca de la puerta de la nada. Se puso en manos de otro Ser, medio inv\u00e1lida, habi\u00e9ndolo perdido casi todo, en uno de los extremos volubles de su intensidad. Pero segu\u00eda llam\u00e1ndonos desde su estanque ya sereno.<\/span><\/p>\n Benditos los que la vieron en el esplendor de su luz, con Tito Puente al mando de su alma y su garganta, levantando para siempre el pu\u00f1al delirante de eso que llaman \u201cnuestra pasi\u00f3n latina\u201d. Felices los que la vieron agigantarse cuando encontr\u00f3 en las palabras estremecidas del antiguo cartero boricua Catalino Curet los sentimientos que siempre nos quiso decir. Tite Curet Alonso le construy\u00f3 el cauce que ped\u00eda su borrasca, y nos lanz\u00f3 entonces su mensaje total, llorando de miedo y rabia, porque todo era \u201cPuro teatro\u201d.<\/span><\/p>\n Nos est\u00e1 llamando todav\u00eda desde la muerte, para que la hagamos sentir que pertenece, aunque ya es m\u00faltiple y de todos.<\/span><\/p>\n Era el silbido en medio de la noche, el rumor terrible de un terremoto que avisa, pero todo no era m\u00e1s que desamparo, o una manera equivocada de la felicidad.<\/span><\/p>\n Encontr\u00f3 tal vez la paz a los 53 a\u00f1os, mal vestida, cojeando, con demasiados kilos en el cuerpo, pero cantando serenas letan\u00edas al hallazgo de otro Dios. Interrumpi\u00f3 esos cantos en 1992.<\/span><\/p>\n En el Bronx de la Gran Manzana hay una calle que la recuerda, La Lupe Way, en la 140 Este, en las inmediaciones de La Iglesia de Dios, entre la Avenida St. Anns y Cypress. <\/span><\/p>\n Nadie descanse nunca pensando que se fue. Tal vez por esa calle podamos ir a recobrarla.<\/span><\/p>\n Ram\u00f3n Fern\u00e1ndez-Larrea, en Barcelona, septiembre del 2002<\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][\/et_pb_section]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Era la due\u00f1a de la pasi\u00f3n y el esc\u00e1ndalo. \u00bfNo era dolor, no era la soledad del cielo contra sus ojos asustados? Era el fuego, el choque de una ola contra la piedra h\u00fameda. Era arrecife, era la roca que se hunde. Era la rabia disfrazada de inconveniente y zalamer\u00eda. Enga\u00f1aba. Fing\u00eda. Se hac\u00eda tormenta […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"on","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","jetpack_post_was_ever_published":false,"_jetpack_newsletter_access":"","_jetpack_dont_email_post_to_subs":false,"_jetpack_newsletter_tier_id":0,"_jetpack_memberships_contains_paywalled_content":false,"_jetpack_memberships_contains_paid_content":false,"footnotes":"","jetpack_publicize_message":"","jetpack_publicize_feature_enabled":true,"jetpack_social_post_already_shared":false,"jetpack_social_options":{"image_generator_settings":{"template":"highway","enabled":false}}},"categories":[37],"tags":[59],"jetpack_publicize_connections":[],"yoast_head":"\n