[et_pb_section admin_label=”Section” fullwidth=”on” specialty=”off” transparent_background=”off” allow_player_pause=”off” inner_shadow=”on” parallax=”on” parallax_method=”on” padding_mobile=”off” make_fullwidth=”off” use_custom_width=”off” width_unit=”on” make_equal=”off” use_custom_gutter=”off”][et_pb_fullwidth_header admin_label=”Fullwidth Header” title=”Kabiosile” subhead=”Ram\u00f3n Veloz” background_layout=”dark” text_orientation=”left” header_fullscreen=”off” header_scroll_down=”off” background_url=”https:\/\/memoriadelahabana.com\/wp-content\/uploads\/2016\/09\/memoria-de-la-habana-home-slider-4.jpg” parallax=”off” parallax_method=”off” content_orientation=”center” image_orientation=”center” custom_button_one=”off” button_one_letter_spacing=”0″ button_one_use_icon=”default” button_one_icon_placement=”right” button_one_on_hover=”on” button_one_letter_spacing_hover=”0″ custom_button_two=”off” button_two_letter_spacing=”0″ button_two_use_icon=”default” button_two_icon_placement=”right” button_two_on_hover=”on” button_two_letter_spacing_hover=”0″ title_font_size=”64″ subhead_font_size=”48″]<\/p>\n
[\/et_pb_fullwidth_header][\/et_pb_section][et_pb_section admin_label=”Section” fullwidth=”off” specialty=”off”][et_pb_row admin_label=”Row”][et_pb_column type=”1_3″][et_pb_image admin_label=”Ram\u00f3n Veloz” src=”https:\/\/memoriadelahabana.com\/wp-content\/uploads\/2016\/12\/memoria-de-la-habana-los-m\u00fasicos-de-cuba-kabiosiles-006.png” alt=”Ram\u00f3n Veloz” title_text=”Ram\u00f3n Veloz” show_in_lightbox=”on” url_new_window=”off” use_overlay=”off” animation=”left” sticky=”off” align=”left” force_fullwidth=”off” always_center_on_mobile=”on” use_border_color=”off” border_color=”#ffffff” border_style=”solid”]<\/p>\n
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Lleg\u00f3 cuando el campo hab\u00eda sido tomado por otras voces, y no le import\u00f3 mucho, porque no lo sinti\u00f3 como amenaza o competencia, sino como reto, para hacerse un sitio en el brillante lugar donde todos cab\u00edan. Su instinto no le traicion\u00f3, y poco a poco, gracias a su simpat\u00eda natural, a esa voz de tenor donde cab\u00edan las m\u00e1s variadas melod\u00edas, y a la constancia, se fue instalando en el alma del cubano, que aprendi\u00f3 a no olvidarlo.<\/p>\n
No puedo precisar cu\u00e1ndo fue llenando con su voz todos los espacios de mi casa, de mi barrio tranquilo, de aquel pueblo rodeado de montes y tierra, como algo familiar y com\u00fan, en esa cotidianidad que se parece a la gloria. Aquel grito de guerra que lanzaba su esposa Coralia Fern\u00e1ndez, cada domingo, al borde de las siete de la tarde, cuando el temor al lunes comienza a rondar las casas y los corazones; lo convocaba, nos convocaba, a una fiesta distinta, que era el guateque campesino donde su gracia y su complicidad nos lo convert\u00edan en padre y amigo.<\/p>\n
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Entonces yo era incapaz de pensar, ni por asomo, que aquel hombre elegante y con rostro de vecino alegre, que navegaba por el alto y caudaloso r\u00edo l\u00edrico de \u201cTabaco verde\u201d, hab\u00eda comenzado cantando tangos y guarachas. No le imaginaba el acento rioplatense, la bufanda gardeliana emboz\u00e1ndole el sentimiento de barrio amargo, cuando \u00e9l era abierto y campechano, lleno de esa alegr\u00eda que da el saberse pensado, citado, comparado, aplaudido.<\/span><\/p>\n Hab\u00eda nacido en La Habana, el 16 de agosto de 1927, y eso lo hac\u00eda cercano y similar a mi padre, que tambi\u00e9n susurraba, con su poca pero entonada voz, temas de amor de complicidad c\u00e1lida que Ram\u00f3n Veloz cantaba con un temblor casi \u00edntimo. Ahora s\u00e9, porque lo dicen los especialistas, que era tenor, y que comenz\u00f3 en el arte no como cantante, sino como actor dram\u00e1tico en radionovelas, de aquellas que sembraban a la familia completa alrededor de un \u00a0transmisor. La primera, dicen, se llam\u00f3 \u201cLos \u00e1ngeles de la calle\u201d, y hab\u00eda sido escrita por un genio que tambi\u00e9n inventaba canciones no tan secretas, muchas de las cuales llevar\u00eda Ram\u00f3n Veloz a su expresi\u00f3n m\u00e1s alta, convirti\u00e9ndolas en sucesos. El genio se llamaba F\u00e9lix B. Caignet, y la versi\u00f3n que hace Veloz de su \u201cFrutas del Caney\u201d siempre me hace estremecer, porque le encontr\u00f3 un aire entre nost\u00e1lgico y l\u00edrico que no ha tenido en otros cantores.<\/span><\/p>\n Pero en Cuba las frutas no nacen solamente en el Caney. Vuelan por el aire ardiente de la isla sus aromas sensuales, acompa\u00f1ados por la humedad de la tierra donde brotan, con un esplendor que espanta y alegra. Por eso el campo cubano est\u00e1 en cada rinc\u00f3n, en la ciudad profunda, bajo los lechos humildes de las ciudadelas misteriosas, y se le respira hasta en el oleaje repiqueteante de un yamb\u00fa, o una buena columbia en los puertos. Ram\u00f3n Veloz, campesino de ciudad, se dedic\u00f3 entonces al g\u00e9nero, esa m\u00fasica que tiene la\u00fades y sonoridades canarias, bien mezcladas con un lejano pero palpable lamento del \u00c1frica m\u00e1s mediterr\u00e1nea. Y fue rey, o casi rey, como un pr\u00edncipe popular y asequible, que es a veces mejor que ser rey. Un embajador del g\u00e9nero campesino que convocaba, bajo su nombre sonoro, a un guateque dominical en la sala de cada casa de un pa\u00eds.<\/span><\/p>\n Le he hallado al filo de 1950, integrando aquella menuda tropa que \u00d1ico Saquito compon\u00eda y descompon\u00eda, pero que result\u00f3 ser m\u00e1s una esencia que un pretendido tr\u00edo, cuarteto o conjunto musical: Los Guaracheros de Oriente. Con ellos dej\u00f3 sembrada su voz Ram\u00f3n Veloz en los surcos de un disco. En ciertas tardes nebulosas, cuando el fantasma de la nostalgia echa su sombra por mis ventanas tan pegadas a otro cielo, suelo escucharle en aquella invencible versi\u00f3n de \u201cJaleo\u201d, una de las picarescas creaciones de \u00d1ico. Pero la que me triza el alma, y me obliga a salir buscando las primeras sombras de la noche catalana es su sentida interpretaci\u00f3n de otra joya del mismo autor: \u201cAl vaiv\u00e9n de mi carreta\u201d, que recupera, en la gorjeante garganta de Ram\u00f3n Veloz toda la carga de tragedia empozada en el alma del campesino de mi tierra. <\/span><\/p>\n No fue en la guaracha donde impuso su m\u00e1s amable recuerdo, su galanura de guajiro citadino, falso, pero aceptado por todos, como el gal\u00e1n que puede y sabe encender un convite, sino en las criollas, boleros, canciones, puntos y, como \u00faltimo, definitivo y m\u00e1s amplio territorio conquistado, la guajira, a la que le imprimi\u00f3 un aire diferente al de Guillermo Portabales. <\/span><\/p>\n La muerte no le dej\u00f3 llegar a esa plenitud que ya avisaba. El mismo d\u00eda que iba a cumplir 59 a\u00f1os, un 16 de agosto de 1986, ta\u00f1\u00f3 con amargo estr\u00e9pito el canto del la\u00fad. Cayeron los sombreros y echaron a volar las pa\u00f1oletas de todos los guajiros que sent\u00edan ese d\u00eda como propio. Se iba el caballero, el hombre sol\u00edcito, una referencia del fervor de la tierra, del canto del monte que alegra y acompa\u00f1a. Se acab\u00f3 la cantur\u00eda, aunque cada domingo, cuando la tarde tiende su nube cansada en el baj\u00edo, la voz de Coralia Fern\u00e1ndez le llame y nos apure para que rompa el j\u00fabilo de las guitarras.<\/span><\/p>\n Yo siento, en la lejan\u00eda de algunos domingos, a esta hora distinta del otro lado del oc\u00e9ano, que renace la voz de Ram\u00f3n Veloz -que se multiplic\u00f3 en hijos y nietos continuadores- y sobre el mar, que se transforma en campi\u00f1a, surge un canto muy dulce de Eduardo Saborit. Tal vez aquella versi\u00f3n de \u201cNoche de Veracruz\u201d, del inmortal Agust\u00edn Lara, que el cubano cantaba como si navegara por el r\u00edo Cauto, acariciado por lejanas se\u00f1ales.<\/span><\/p>\n O ese himno de amor que nadie ha cantado con el latido de un conmovedor sentimiento, \u201cAmorosa guajira\u201d, de Nen\u00e9 Gonz\u00e1lez Allu\u00e9. Se cierra mi distante madrugada y estallan las frutas en la memoria, mientras Ram\u00f3n Veloz hace que se ilumine el otro lado del mundo cantando un reclamo que siempre repetir\u00e1: \u201cVen, amorosa guajira,\/ que ya nada me inspira,\/ ni el canto del ave que surca el azul.\/\/ Ven a alegrar mi boh\u00edo,\/ que hasta el lecho del r\u00edo se ha vuelto sombr\u00edo\/ porque faltas t\u00fa\u201d.<\/span><\/p>\n Entonces, caballos oscuros y desesperados, destrozan el horizonte.<\/span><\/p>\n Ram\u00f3n Fern\u00e1ndez-Larrea, en Barcelona y agosto del 2003<\/span><\/p>\n [\/et_pb_text][\/et_pb_column][\/et_pb_row][\/et_pb_section]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Lleg\u00f3 cuando el campo hab\u00eda sido tomado por otras voces, y no le import\u00f3 mucho, porque no lo sinti\u00f3 como amenaza o competencia, sino como reto, para hacerse un sitio en el brillante lugar donde todos cab\u00edan. 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